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No todo es vender

big-dataEl Big data no tiene únicamente un fin comercial. Algunas ciudades ya están adaptando sus infraestructuras al Big data. Y es que la información de los ciudadanos podría aumentar la eficiencia de la seguridad urbana, la recogida de basura o la movilidad urbana.

Las ‘smart cities’ almacenarán la información de sus habitantes o turistas para mejorar sus servicios. Un ejemplo, con sensores en los contenedores se podrían optimizar las rutas dependiendo del volumen de basura de los mismos. O gracias a la geolocalización se podrían prevenir atascos, ya sea desviando el transporte público o controlando los semáforos.

Es cierto que de la virtud nace su defecto. El exceso de datos que genera el Big data hacen muchas veces indescifrable. Motivo por el que ya están surgiendo conceptos como el dark data o el smart data.  El dark data sería la parte oculta del iceberg, los datos que no usan las empresas -IBM calculaba que eran el 80%-. Esto surge porque muchos de esos datos no están estructurados y las empresas no analizan esa porción de conocimiento, perdiendo información relevante.

En cuanto al smart data, al igual que el dark data, surge derivado del Big data. Esto significa que el smart data busca simplificar esa información, utilizar los grandes volúmenes de información con un fin específico. Pasaría un tamiz -representado por complejos algoritmos- por los datos para volverlos estadísticas. Por ejemplo, si una persona consume siempre lo mismo y un día cambia -de Coca-Cola a Coca-Cola Zero- sabremos que algo a cambiado -puede estar a dieta-. Son pocos años de vida para saber el recorrido que tendrá, pero incluso las pymes y las startups se están adaptando a la nueva forma de conocer el cliente.


Fuente: La Información

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