Los datos sirven para hacer previsiones de demanda, ajustar las producciones de ciclos cortos y evitar pérdidas.
Hoy, ni la producción ni la demanda se dejan a la improvisación.La tecnología y las grandes bases de datos “nos permiten saber cuándo, cómo, dónde y por qué se van a comercializar esos alimentos”.
Otro de los segmentos en los que el big data resulta casi obligatorio es en la previsión del mercado, en el que la industria está invirtiendo mucho ya que, en un sector tan sensible, las pérdidas pueden ser mortales.
Tecnología contra el desperdicio alimentario
Los datos son demoledores. Casi un 35% de los alimentos que se producen acaba en la basura, y de cada tres kilos de alimentos en origen, uno se pierde en algún punto de la cadena de suministro debido a los desajustes entre oferta y demanda. Pero el buen manejo del big data podría acabar con esta brecha.
Y es que las aplicaciones tecnológicas son una revolución en la llamada agricultura de precisión. Gracias a la información que recaban los satélites, se puede tener una visión y control completo de, por ejemplo, dónde se produce una infestación o un crecimiento anómalo de malas hierbas.
Una información que resulta tremendamente útil para dimensionar el alcance de los daños, atacar el problema en el punto concreto donde se produce y evitar pérdidas colaterales.
En la llamada agricultura inteligente también se han incorporado los denominados mapas vectorizados del territorio, en los que metro cuadrado a metro cuadrado se puede saber, por ejemplo, qué proporción de productos agroquímicos hay que utilizar. De esta forma se evitan los tratamientos invasivos y masivos.