La creciente complejidad de las cadenas de suministro y los modelos distributivos omnicanal han supuesto importantes retos para garantizar la trazabilidad de los productos. Todo ello es de particular importancia en aquellos sectores en los que la trazabilidad resulta clave por la sensibilidad de los productos distribuidos, como es el farmacéutico, o la proliferación de comercio ilícito, como en el sector de tabaco.
La internacionalización y globalización de las cadenas de suministro dificulta, además, el necesario seguimiento y control de estos productos a través de distintas fronteras y marcos regulatorios. Así, la visibilidad y transparencia de la cadena de suministro es un elemento cada vez más relevante, y tanto industrias como reguladores vienen elevando los requisitos de trazabilidad física, y en algunos casos también térmica, en la fabricación, distribución y venta. También los consumidores en su decisión de compra demandan cada vez más información y transparencia sobre los productos distribuidos, su origen y el tratamiento que han recibido en su camino hasta el punto de venta.
Al mismo tiempo, la trazabilidad ya exigida en estos productos ha seguido una tendencia hacia el conocimiento y control del producto cada vez más detallado, pasando de uno más general basado en el pedido al control del lote y, más recientemente, al de la unidad de productora a través de los procesos de autenticación y seguimiento. Esta necesidad de transparencia, control y conocimiento en toda la cadena de suministro hace imprescindible la plena interoperabilidad de los sistemas utilizados por todos los participantes en las distintas fases de dicha cadena, impidiendo que la misma se vea cautiva u obstaculizada por ningún eslabón y poniendo el protagonismo en el control y trazabilidad del producto.
Los sistemas basados en estándares abiertos aportan la flexibilidad y eficiencia que requieren los participantes y garantizan la interoperabilidad y, con ella, facilitan el control y trazabilidad de los productos desde la fabricación hasta el consumo. Por ello, sectores tan diversos y tan conscientes de ello como el farmacéutico, la alimentación o la industria química han adoptado o están en vías de adoptar soluciones basadas en estándares abiertos.
También lo comprenden así las instituciones internacionales. La UE está impulsando el uso de tecnologías de estándares abiertos en el sector farmacéutico y la Organización Internacional de Aduanas propugna utilizarlas para asegurar la trazabilidad de los envíos a lo largo de la cadena de suministro internacional. Y es que el comercio ilícito, bajo variadas formas de falsificaciones, introducción ilegal de productos y contrabando, mueve decenas de miles de millones de euros anuales en la UE, detrayendo actividad económica, perjudicando la investigación y el desarrollo de productos, reduciendo la recaudación impositiva y la consiguiente prestación de servicios públicos, así como generando incertidumbre e inseguridad al consumidor final.
La utilización de sistemas basados en estándares abiertos es, además, una fuente de generación de empleo, innovación y riqueza, pues abre el espectro de participación en su desarrollo e implementación a compañías de cualquier dimensión al no encontrar obstáculos en costosas licencias o en la imposición de tecnologías propietarias que dificulten la innovación. De hecho, los estándares abiertos acercan al proveedor y cliente de servicios tecnológicos, incentivando la innovación, la calidad, la cercanía y el servicio al cliente como elementos decisivos en su relación tras eliminar esas barreras.
Estas soluciones aumentan la competencia empresarial, fomentan la innovación tecnológica, rebajan los costes de implementación y mantenimiento y además facilitan gestión y tratamiento de la información por las autoridades, entes reguladores, cuerpos y fuerzas de seguridad nacionales e internacionales, así como por los demás participantes en la cadena de suministro. Y todo ello a menor coste. Además, la trazabilidad aporta una información clave para todos los participantes en la cadena y su optimización desde la fabricación, pasando por mayoristas, distribuidores, operadores logísticos, transportistas, minoristas y clientes y consumidores finales.
Los distribuidores debemos apoyar esta demanda y adoptar las nuevas tecnologías que faciliten esta visibilidad y transparencia, creciendo en eficiencia y aportando a la sociedad la mayor seguridad y conocimiento sobre los productos distribuidos para garantizar la integridad del producto.