La reputación es asociada a una nube de palabras convergentes como notoriedad, popularidad, renombre, celebridad, reconocimiento, influencia, autoridad y credibilidad. Es también el conjunto huellas que dejamos en internet, explotado principalmente por empresas como Google, Amazon, Facebook y Apple.
Desde el crecimiento de las redes sociales, la reputación es estudiada tanto en sociología como en marketing. Se construye a partir del conjunto de percepciones que tienen las personas del objeto y todo tipo de información asociada que circula en la web. La e-reputación es lo que una persona piensa de otra tercera. Remite a la información disponible en la web para que nos hagamos una opinión sobre una persona o una organización. Pasa por la evaluación del sujeto, un juicio.
La reputación tiene dos componentes: la imagen de la persona, pero también el conjunto de las informaciones que terceros hacen circular para influenciar nuestro juicio.
Toda nuestra actividad en línea deja huellas. Esa información integrada en el Big Data es analizada para dibujar perfiles de consumidores. Dejamos voluntariamente huellas digitales al publicar contenido en redes sociales. El conjunto de huellas, si es analizado, nos puede ayudar a realizar el retrato de una persona.
¿Para qué analizar los datos personales de los usuarios? Google busca, por ejemplo, conocer sus usuarios para ofrecerles contenidos y productos que correspondan a sus necesidades e intereses. Penetra en la intimidad y la vida cotidiana del internauta.
Los datos personales que registran las grandes empresas, como Google, Apple, Facebook y Amazon (las llamamos las GAFA), comprenden casi toda nuestra actividad digital. Incluyen los contenidos que como usuarios publicamos en internet, es decir, los blogs, comentarios, fotos y videos, aunado a nuestro comportamiento, a lo que buscamos, consultamos o compramos, a qué precio y cómo pagamos.
En las redes sociales dejamos también datos valiosos, como la lista de nuestros amigos, nuestra ubicación, edad, género, preferencias sexuales, educación, lugares donde trabajamos, etc. Si, por el contrario, llenamos nuestro perfil en redes sociales con datos falsos, nuestro perfil se complementará a través de la ruta de nuestros intereses, los sitios en que navegamos y cuentas que seguimos.
Para terminar, y es lo más incómodo, soltamos nuestros datos oficiales, información financiera y número de cuentas bancarias, RFC, expedientes clínicos y registros de la policía.
El INAI define los datos personales como: “Cualquier información que refiera a una persona física que pueda ser identificada a través de los mismos, los cuales se pueden expresar en forma numérica, alfabética, gráfica, fotográfica, acústica o de cualquier otro tipo como nombre, apellidos, CURP, estado civil, lugar y fecha devnacimiento, domicilio, número telefónico, correo electrónico, grado de estudios, sueldo, entre otros”.
En Europa, la monetización del conjunto de los datos personales de una persona tiene un costo de 600 euros y, a nivel mundial, un perfil de Facebook tiene un precio de 5 dólares.
La e-reputación es un asunto primordial hoy en día, tanto que existen agencias que se especializan en el desarrollo de programas informáticos que analizan la reputación en el tiempo y optimizan la indexación de contenido en los principales buscadores. Existen también limpiadores de la web, programas que des-indexan los comentarios negativos de una persona o una marca en los buscadores. El Community Manager se encarga de la gestión de la reputación en las redes sociales.
La exigencia de la sociedad relacionada con el derecho a borrar los datos personales y hacer que Google los quité de su indexación, es lo que llamamos el “derecho al olvido”, que ya es aceptado por Google. La protección de los datos personales es un reto para los años que vienen, porque es la principal apuesta de marcas para incrementar sus ventas.