Los negocios tradicionales de la primera mitad del siglo XX se han convertido en un rumor del pasado, pero hay algo que perdurará pese a los cambios tecnológicos: la atención al cliente.
Imagine que entra a una tienda y una cámara de reconocimiento facial lo mira. Usted ha dejado de ser un personaje anónimo: el equipo electrónico ha permitido a una cadena de supermercados conocer su nombre completo en tiempo real. En ese instante, un mensaje entra a su smartphone y le muestra una oferta de productos pensados solo para usted.